Ene
7
2012
Presentación para la 2da Edición (-Séptimo Tiempo-)
La edición anterior tuvo su motor propulsor en la necesidad de contar con un elemento de apoyo que ayudara al alumno de I Ching a introducirse, en forma correcta, en los escritos traducidos por Richard Wilhelm. Tanto en esa ocasión como en ésta, el motivo es siempre el mismo. Sin embargo, a lo largo de los años se acumuló una serie importante de observaciones y buenas críticas que dio paso a los trabajos de corrección, ampliación y mejoramiento de ese primer intento. Así nace esta segunda edición.
Las correcciones obvias no merecen comentario, si acaso una disculpa; las ampliaciones tienen que ver con algunas precisiones conceptuales que, sobre todo al inicio, tienden a trabar la comprensión del estudiante.En efecto, el estudioso del I Ching compenetra en un mundo con lenguaje propio, pleno de imágenes y pululante de alegorías. Además, muchos conceptos simplemente se exponen sin entrar en explicaciones, como si hubiese habido un diálogo previo al que el alumno no asistió.
Separemos: hay un idioma propio, es cierto, pero en el I Ching existe una base de Trigramas, Elementos y leyes fundamentales que es necesario conocer de todas maneras, y esto no es interpretativo, sino que plataforma sustentadora concreta.
Es evidente, para todo buen observador, que el I Ching no es una serie de fórmulas «mágicas adivinatorias» manejables con la percepción y el libre criterio interpretativo; el Canon de la Sabiduría es un tratado de Leyes Cosmogónicas y Cosmológicas que se acercan a la Física Cuántica y la Física Relativa, a la Matemática Binaria y a las leyes numerológicas; de esta esencia, los Antiguos extrajeron conclusiones cada vez más concretas que fueron, a su vez, determinando comportamientos y valores morales. Es decir, no es que de una creencia intelectual, o una necesidad moral, fue naciendo una cosmogonía que justificara lo mental y la mente del individuo, sus leyes y costumbres; precisamente ha sido lo contrario: de la verificación del Cosmos, de la naturaleza y de lo Divino, el Hombre Antiguo adecuó y estructuró su forma de concebir el mundo y sus relaciones. Fue «imitando la Ley Celeste» como estos sabios llegaron a crear estos escritos. Hoy, aún por poco tiempo, el Ser Humano continúa en el intento de acomodar lo Objetivo de la Creación a lo subjetivo de su mente, intereses, cultura e ideología. Es decir, seguimos en la tonta ilusión de meter el universo en un estrecho depósito que nos sea accesible y servil.
Fieles al objetivo primario, hemos esquematizado algunos conceptos que tal vez ordenen la base de este aprendizaje. Se señala un «plan de estudio» que ha resultado de suma eficiencia hasta hoy.
En la última parte, se han tratado todas las líneas, las 384 de los 64 Signos; y se han agregado algunos comentarios al pie de cada Hexagrama: se mencionan los principales Signos Entreverados y algunas combinaciones que pueden dar mayor claridad al consultante.
Con todo, creo que para la intención de este trabajo, esta segunda edición viene a coronar un esfuerzo que ha sido efecto del inconmensurable amor que guardo por estos escritos, y todo el respeto que evidencio por los Maestros que viven en lo invisible de este sagrado libro.
Debo reiterar que siendo éste un «Tratado», no reemplaza, bajo ningún aspecto, al libro de RichardWilhelm. Es un complemento, una ayuda, una forma de acercarse y descubrir las enseñanzas contenidas en el I Ching que el maestro Wilhelm tradujo con tanta certeza y prolijidad.
Por último: tanto en privado como en algunos párrafos de «La Verdad Interior» afirmé que venía un «Segundo Tomo» que explicaría los 64 Signos bajo una visión netamente espiritual.
Debo una explicación: mi intención fue y es esa, pero la decisión sobre un tema como ese no está en mis manos, sino que es la voluntad de los Maestros que guían estas escrituras.
Inicié el trabajo, y al llegar al signo 21 todo se paralizó, no fluyó y se estancó. Consultado el tema mediante el I Ching recibí la respuesta: «el alimento del Cielo no puede intentar bajarse a la fuerza»(Signo 5 -La Espera-).
Al cabo de tres años la Sabiduría indujo a retomar los textos, ahora guardados en una carpeta en total reposo. Los planes del Cielo no eran de elaborar una nueva lectura del I Ching, sino que de levantar otro libro, inspirado en la Sabiduría del I Ching, cuyo destino fuese independiente: así nació «111 escalones hacia el Cielo».
Debo confesar que todas las planificaciones se han visto tiradas por tierra ante las prioridades de los Maestros; nada ha sido como lo he pensado: ha sido mejor, mucho más correcto y con un orden que yo no habría podido determinar. En efecto, lejos estaba de mis ideas rehacer, no por ahora, esta «Verdad Interior», pues otros textos tenían preferencia y me entusiasmaban más que este. Pero no fue así: mientras todo lo demás se detenía, en un tiempo relativamente breve y con notable agilidad, nació esta edición ampliada y mejorada. Desde noviembre de 1996 a febrero del año 2003 se gestaron los otros tres «Libros del Discernimiento».
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